La reacción de Ortega Cano al enfrentamiento entre Ana María Aldón y su hija Gema

José Ortega Cano, indiferente al ‘enfrentamiento’ de Ana María Aldón y su hija Gema. ¿Se lo esperaba?

La relación de Ana María Aldón y su hija Gema atraviesa por su peor momento. Así lo destapa este miércoles la revista Lecturas, que desvela el gran enfado de la colaboradora al enterarse de que la joven había concedido una exclusiva confesando que se había sentido abandonada por su madre cuando ésta se vino a vivir a Madrid con José Ortega Cano cuando ella tenía tan solo 17 años.

Lejos de empatizar con el dolor de su hija – que según una fuente cercana ha asegurado a la publicación solo quiere estar con su madre y se siente literalmente “como una mierda” – Ana María ve con recelo que Gema se convierta en una estrella mediática, la critica en privado y la habría llamado presa de la ira al enterarse de sus declaraciones hablando de su distanciamiento y revelando que su madre vendió el piso en el que ella vivía con su hija en Sanlúcar para adquirir su chalet en El Casar.

Además, y según Lecturas, lo único que preocupa a la colaboradora en este momento en que su relación con Gema pende de un hilo, es no quedar mal ante la opinión pública y defender que no ha abandonado a su hija, presentándose como una víctima cuando la verdadera víctima en toda esta historia es la joven, destrozada por su distanciamiento con su madre.

Un nuevo frente abierto sobre el que le hemos preguntado a José Ortega Cano. El torero, sin embargo, prefiere mantenerse al margen del ‘enfrentamiento entre Ana María y su hija y guarda silencio cuando le preguntamos si ha podido leer las declaraciones de Gema confesando que se sintió abandonada por su madre.

Nervioso, el viudo de Rocío Jurado tampoco ha querido pronunciarse sobre su acuerdo de divorcio con la colaboradora – por el que le pasará 1000 euros mensuales en concepto de manutención del hijo que tienen en común, además de encargarse de su educación incluso cuando fallezca – y, visiblemente tenso, ha empujado la puerta de su casa tras dar un tranquilo paseo en bicicleta. Al ver que ésta no se abría ha llamado por teléfono a su empleada del hogar, Marina, esperando inquieto a que saliese para poder entrar en su residencia y esquivar así a las cámaras.